De Brasil a Chile, de Publicista a Fotógrafa

AudioCíntia Marques

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Cuando llegué a Chile, traía conmigo una carrera sólida en publicidad y marketing. Había trabajado en campañas importantes, liderado equipos creativos y construido una trayectoria que me llenaba de orgullo. Desde Porto Alegre, donde me gradué, hasta São Paulo, fui consolidando mi camino profesional.

Pero al cruzar la cordillera con hijos muy pequeños, mi prioridad cambió. Estaba en un nuevo país, con un idioma distinto, y me enfrentaba a algunas preguntas clave: ¿cómo seguir trabajando en comunicaciones si no dominaba el lenguaje local? ¿Y cómo ser madre y profesional al mismo tiempo?

La respuesta vino con imágenes: me convertiría en profesional independiente dedicándome a la fotografía.

Así, la fotografía se convirtió en mi forma de comunicar sin palabras. Era directa, universal, emocional. Así empezó mi nuevo camino, uniendo mi profesión con una pasión que siempre me había acompañado. Quería dedicarme a algo que conectara, que contara historias, que me permitiera seguir siendo creativa sin depender del idioma, y donde además pudiera estar cerca de mis hijos. La fotografía de familia (embarazo, newborn) me resultó como anillo al dedo.

No fue fácil. El mercado chileno era desafiante, poco profesionalizado, y muchas veces subvaloraba el trabajo artístico, especialmente en la V Región, donde me establecí. Pero eso nunca fue excusa. Sabía que si hacía las cosas bien, con estrategia y constancia, podía abrirme camino. Hoy, años después, veo cómo el sector ha evolucionado, cómo se ha fortalecido, y cómo cada vez más artistas logran vivir de su arte. Cambié de público: hoy trabajo con retratos corporativos, pero sigo siendo independiente, con mis propios clientes y mi escuela de fotografía.

En ese proceso, aprendí lo que nadie me enseñó: cómo poner precio a mi trabajo, cómo atraer clientes, cómo manejar mis finanzas. Aprendí también que ser emprendedora no es solo manejar tus tiempos, sino también tus necesidades, tus derechos, tus deberes. Implica formalizarse, entender el valor de lo que uno hace y construir un negocio que sea sostenible en el tiempo.

Un paso importante en ese camino fue entrar a la comunidad de AFOCH. Ser parte de esta asociación me permitió conectar con colegas, compartir experiencias y, sobre todo, aportar a la formación de nuevas generaciones de fotógrafos. Porque no se trata solo de mejorar la técnica, sino de preparar a los profesionales para enfrentar el mercado laboral con herramientas reales, con visión empresarial y con una base sólida que les permita vivir de su arte.

Por eso, cuando hoy acompaño a otros fotógrafos y creativos, insisto en algo que para mí es fundamental: no basta con tener talento. Buenas fotos todos hacemos. Lo que marca la diferencia es aprender gestión empresarial, marketing y educación financiera para destacarse y posicionarse en el mercado.

¿Y por qué es tan importante esto para artistas y profesionales independientes? Lo resumo en cinco puntos:

1. Porque el arte también es un negocio, y si no lo tratamos como tal, terminamos trabajando mucho y ganando poco.

2. Porque saber comunicar el valor de lo que hacemos nos permite atraer a los clientes correctos, que respetan y pagan por nuestro trabajo.

3. Porque entender nuestras finanzas nos da libertad: para elegir proyectos, invertir en nuestro crecimiento y vivir sin miedo al fin de mes.

4. Porque emprender implica asumir responsabilidades, formalizarse y construir una estructura que nos sostenga.

5. Porque el marketing no es venderse, es conectar. Y cuando conectamos desde lo auténtico, construimos comunidades fieles y sostenibles.

Hoy acompaño a otros artistas en ese camino. No solo a mejorar su técnica, sino a construir negocios sólidos que les permitan vivir bien haciendo lo que aman. Si tú también estás en ese proceso, conversemos. Hay mucho por compartir y mucho por construir juntos.y mucho por compartir, y mucho por construir juntos.